PATRICK WOODROFFE (CHEZ NOUS FROM "TINKER")

VIII. EL ESPEJO MÁGICO.


Las ciudades parecen todas iguales, la verdad es que las ciudades son todas iguales unas a otras. En todas ellas hay edificios muy altos, con agujeres a los que llaman ventanas y a los que nunca se asoma nadie. Los edificios de las ciudades parecen inhabitados, parece que en ellos no viven señoras, ni señores, ni niños. Porque en los edificios de las ciudades, los vecinos no van unos a la casa de los otros, no hablan de lo que van a comer hoy o de lo que les ocurre durante el día. Solamente, se saludan en el portal, -buenos días, dice uno; buenos días, dice el otro- y amos siguen su camino.

Alguna vez, muy rara vez, una vecina pide a otra un poco de sal o un poco de harina que se le acabó y le hace falta para cocinar. Sólo algunos niños hacen parecer vivo y lleno de vida un edificio. 

Uno de estos niños se llamaba Lino.

Lino recorría los pisos del edificio porque sí, iba simplemente a hacer una visita a los vecinos, les contaba alguna cosa, a veces le regalaban un bombón, o comía una natilla que la vecina había hecho de postre. 

A Lino lo quería todo el mundo, el cartero, la señora que limpiaba el ascensor y las escaleras, la señora que tenía el almacén de chatarra, la tendera, el fotógrafo, los mecánicos del taller de coches, el zapatero, el peluquero de la barbería que le cortaba el pelo cuando le cubría la frente y le molestaba los ojos. Pero sobre todo, el amigo preferido de Lino, era el cristalero. El cristalero se llamaba Guillermo, tenía tantos años como un abuelo.

Para Lino, Guillermo era el cristalero que sabía hacer los mejores espejos no sólo de la ciudad, sino de todo el mundo.

Muchas tardes, Lino entraba en la cristalería y sin tocar nada, porque los cristales son peligrosos, observaba trabajar a su amigo y hablaban de las cosas que hablan los amigos. 

Una tarde que estaban hablando de los espejos, Guillermo le decía que había espejos mágicos y que todos los espejos tienen algo de mágicos, sino como puede verse uno tal y como es reflejado en ellos, si echas la lengua la imagen del espejo te echa la lengua, si mueves la nariz la imagen del espejo mueve la nariz, si cierras los ojos la imagen del espejo cierra los ojos, si los abres la imangen del espejo los abre también. Eso es algo mágico, como es algo mágico que uno pueda estar fuera y dentro del espejo al mismo tiempo. 

Lino estaba tan atento a lo que se le decía, que no dejó escapar ni una sola palabra sin oír. Guillermo continuó, aunque todos los espejos son mágicos, hay unos que son más mágicos que otros. Por ejemplo, los espejos cóncavos como estos que ves aquí; y señaló los espejos cóncavos, empequeñecen la figura de lo que se ponga ante ellos. Lino se puso ante un espejo y su figura se achataba cuanto más se acercaba, si se alejaba del espejo su figura se estiraba. Lino exclamó: !Caramba, esto si que es magia de verdad!. 

Guillermo le mostró diversos tipos de espejos, los que aumentan las caras, los que las disminuyen, espejos muy pulidos, espejos normales, espejos por los que se puede ver lo que ocurre al otro lado sin ser visto, y también le mostró los espejos convexos. Estos últimos espejos, los convexos, al contrario de lo que ocurre con los cóncavos, cuanto más te alejes de ellos, la figura se empequeñece, llegando un momento que, no te ves en él aunque estás a pocos pasos de distancia. Este espejo convexo en el que te estás viendo, es un viejo espejo muy antiguo, muy bien pulido, el cristalero que lo hizo, conocía muy bien los secretos de los espejos. Cuando lo haya reparado, volverá a ser colgado de nuevo en la sala de un castillo. 

Viendo que Lino se entretenía acercándose y alejándose del espejo, lo dejó diciéndole, juega sin tocar nada, yo voy a seguir con mi trabajo. Fascinado por aquél espejo, Lino comenzó a alejarse poco a poco, a pasitos pequeñitos hasta que su figura se convirtió en un punto inapreciable, casi invisible, y así, viéndose y no viéndose a la vez, se quedó largo tiempo. De repente sintió como un airecillo le soplaba en la cara, aspiró el aire, olía a flores, y sin saber como ocurrió se encontró al instante en un jardín hermosísimo, con las flores más hermosas que pueden imaginarse, las había de todas las clases conocidas y de otras muchas clases que no se conocen, eran de todos los colores y de las más variadas formas, se combinaban entre si produciendo una armonía perfecta entre formas y coloridos.

Desconcertado, no sabía si era un sueño de dormir, si era un sueño de cuando se está despierto, o si era realidad. Sueño de dormir no es, se dijo, porque hace un momento estaba despierto, ahora mismo estoy despierto, y se pellizcó una mano para comprobarlo. Sueño de estar despierto tampoco es, porque no estoy soñando nada, solo estaba delante del espejo convexo. 

Realidad tampoco puede ser porque si estaba en el taller de Guillermo como voy a estar ahora aquí en este jardín tan bonito y que nunca había visto. Tal vez, se dijo, tal vez... oyó decir a una voz como la suya pero que venía de un reloj de flores, tal vez el espejo antiguo fuese un espejo mágico, construido con mágicos secretos. Se asustó al oír que una voz, que era como su voz, repetía sus pensamientos. ¿Quién eres? –soy el reloj de flores. Le contestaron -Puedo saber todo lo que piensas y puedo hablar con la voz de quien quiera, ahora lo hice con tu voz, porque al leer los pensamientos los digo con la voz de a quién se los leo. Desde ahora que cada uno diga lo que quiera, yo no diré tus pensamientos. Lino se encontraba asombrado, tan asombrado estaba que apenas podía abrir la boca, ni aunque le dieran el bombón más rico del mundo sería capaz de abril en ese momento la boca. -Acércate hasta mí, dijo el reloj de flores. Esta vez hablándole con voz de niña. Acércate y huele mi perfume que soy toda de flores, verás como se te pasa el susto, y la cara que ahora tienes de tonto asustado se te vuelve a la que antes tenías. Aspiró Lino el olor de las flores que del reloj despedía y se encontró muy a gusto en aquel jardín mágico, sin miedo y sin temor alguno. 

Reloj de Flores.-Pregúntame lo que quieras, sé que quieres preguntarme cosas. 

Lino.-¿Qué me ha pasado?.

Reloj de Flores.-Has traspasado el espejo, cruzado la frontera que divide el mundo de lo real del de la fantasía, para cruzar el espejo has tenido que caminar con el tiempo. Al aspirar el airecillo agradable con olor a flores, el tiempo te cogía de la mano y te trasladaba a través del espejo hasta este lugar.

Lino.-¿Pero donde estoy? ¿ qué es este lugar?. 

Reloj de Flores-Estás al otro lado del espejo, aquí todo es distinto a lo que tú conoces, y todo sucede de manera muy diferente. Yo soy el reloj del tiempo, pero mis horas no son todas iguales como las vuestras, yo le marco el tiempo a cada uno de los que viven en este mundo. Por ejemplo, si aquella flor se siente hoy muy bonita, me lo comunica y yo paro su tiempo, y la flor permanece así bonita hasta que se cansa y me vuelve a comunicar que siga el tiempo. Si unos patos están jugando, me lo comunican y yo les paro su tiempo y ellos siguen jugando sin que el tiempo transcurra para ellos. Este lugar, al que has llegado traspasando el espejo, es el mundo de la fantasía. Solo has podido cruzar el espejo, porque mis flores pequeñas marcaban hacia la Luna, mientras mis flores grandes marcaban hacia el Sol. En ese momento, tu estabas justo en el punto mágico, así pudiste venir aquí cruzando el espejo convexo. 

Lino.-¿Y para salir? ¿cómo podré salir de aquí?. 

Reloj de Flores.-Es muy fácil, sales del espejo cuando quieras, no tienes más que acercarte a él, tocarlo con la nariz y ya estás al otro lado. 

Lino.-Es fantástico, nunca hubiese creído que pudieran construirse espejos tan mágicos. Ahora voy a dar un paseo y conocer este lugar. !Adios, reloj de flores¡. 

Reloj de Flores.-!Espera! una última cosa, aquí nadie dice mentiras, no es necesario mentir, ya sabes que la mentira no es más que la intención con que se dicen las cosas. Aquí no se necesita engañar a nadie, estás en el mundo de la fantasía y todo puede suceder. Por esta misma razón, nunca han traspasado el espejo personas mayores, las personas mayores con frecuencia dicen mentiras a los niños, a menudo se engañan entre ellas para hacer lo que ellas llaman negocios, y también a veces se dicen mentiras porque sí. Aquí digas lo que digas siempre será realidad, en el mundo de la fantasía nada hay verdad ni mentira, todo puede suceder, todo es realidad. Solamente los niños pueden traspasar el espejo convexo, porque ellos creen en la fantasía y constantemente tienen alrededor de ellos un mundo fantástico. Pararé tu tiempo, así dejará de correr para tí. Apenas se alejó del reloj de flores, se le acercaron cuatro patos, un pato blanco, un pato de color negro, una pata de color azul y otra pata de color verde.

 Patos.-(Todos a la vez muy contentos y hablando muy de prisa). ¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! ¡Hola! ¿cuándo has venido? ¿cuándo has venido? ¿cuándo has venido? ¿cuándo has venido?. 

Lino.-(Sorprendido) ¡Oh! habláis como yo. 

Pato negro.-¿Cómo quieres que hablásemos?. 

Lino.-Siempre creí que los patos que hablaban lo hacían como el pato Donald. Los patos comenzaron a desternillarse de risa, el pato negro y la pata verde se cayeron sentados y el pato blanco y la pata azul se tapaban el pico con el ala.

Patos.-Jijijiji, Jujujuju, Jijijiji. Como Donald Jijijiji.

Pato negro.- Donald es un pato tontísimo, que ni siquiera sabe hablar bien. Para decir caramelo dice cuaggraquelogg, y para decir agua dice aguagg. Donald es un pato tontísimo.

Pato blanco.-El pato más tontísimo es el pato Lucas, porque siempre está haciendo trastadas y travesuras.

Pato negro.-Lo dices porque Lucas es un inteligente y hermosísimo pato negro.

Pato blanco.-Lo dices tú, porque Donald es un hermosísimo e inteligentísimo pato blanco. Mientras el pato blanco y el pato negro discutían, las dos patas se reían sin parar de sus dos amigos, así estaban hasta que intervino Lino.
 
Lino.-Señores patos, Donald y Lucas son amigos mios, y no quiero que a mis amigos les insulte nadie, aunque sean patos quienes lo hagan.
Pata verde.-¡Muy bien dicho! ¡Muy bien!.

Pata azul.-
¡Muy bien hablado! Magnífica lección.

 

Pato negro.-Tontísimo, tontísimo, Donald no es, pero estarás de acuerdo conmigo que un poco tontaina sí es.

Pato blanco.-Igual digo yo, tontísimo, tontísimo Lucas no es, pero sí que es un poco tontaina. 

Lino.-Nada de eso, ni un poco ni un mucho, Donald y Lucas no son nada tontainas, al contrario, son listísimos. Los tontainas son dos patos que no sé sus nombres, que no paran de discutir y no hacen más que hablar mal de los demás. La pata verde y la pata azul, contentísimas aplaudían con sus alas.


Patas.-¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo!. 

Pato blanco.-(Ofendidísimo). ¡Oh!, ¡Ah!, me voy a refrescar al estanque, ¡tontaina yo! (se va). 

Pato negro.-(Ofendidísimo). ¡Oh!, ¡Ah!, me voy a refrescar al estanque, ¡tontaina yo¡ (se va). 

Pata verde.-Les has dado su merecido, lo estaban buscando. De un tiempo a esta parte estaban algo criticones. 


Pata azul.-Sí, sí, muy criticones e impertinentes. Donald se lo tiene bien ganado. 

Pata verde.-Y Lucas merecidísimo.


Lino.-(Con cara de asombro) ¿Eran el pato Donald y el pato Lucas?. 

Pata verde.-Sí, los auténticos Donald y Lucas.
 
Lino.-Yo, yo no lo sabía, tal vez tenga que pedirles disculpas.
 
Pata verde.-¡Ni hablar de eso!.

Pata azul.-¡Ni se te ocurra! todo esta muy bien, has estado maravilloso. 

Pata verde.-Encantada de conocerte, me voy al estanque. 

Pata azul.-Encantada de conocerte, también yo me voy a jugar al estanque. Lino se quedó solo y reanudó su paseo por el maravilloso jardín, contemplaba las flores y la hierba, la hierba era la mas verde y fresca que había visto en su vida, era como una mullida cama que parecía decirle, ven acuéstate, verás que bien se está, no seas tímido acuéstate Lino dudó un poco, y se acostó en la hierba con los brazos debajo de la cabeza, por primera vez sus ojos se fijaban en lo que estaba sobre él. Apenas vió lo que vió, se le abrió la boca de sorpresa, eso si que no se lo esperaba, sus ojos no se econtraron con las nubes normales, sus ojos se encontraron con un cielo compuesto por los hermosísimos colores del arco iris. El rojo, el naranja, el amarillo, el verde, el azul, el añil y el violeta, estaban los siete colores puros, colores que cubrían como una inmensa bóveda todo el lugar de la fantasía. De vez en cuando pasaba una nube de color rojo, de color verde, o de varios colores combinados. No podría creer nada de lo que veía, era tan bonito, tan imposible de creer, que si no fuese que sabía que en el país de la fantasía todo puede suceder, no lo daría credito aunque sus ojos le dijesen, ¡es realidad!,que sí, que es realidad. Contemplaba todo aquello con muchísimo placer, cuando una voz le dijo: ¡eh! ¿estás cómodo?. Se incorporó rápidamente, movió la cabeza en todas direcciones para localizar de donde provenía aquella voz. ¡Estoy aquí!, volvió a decirle la voz. Lino movía la cabeza de un lado a otro buscando al que le había hablado. La voz volvió a decirle. ¡Estoy aquí! debajo de ti, soy la hierba quien te habla. Ni que decir tiene, que si la boca de Lino se le había abierto cuando contempló el firmamento de arco iris, al escuchar hablar a la hierba se le abrió todavía más, y tanto se le abrió, que parecía que iba a comerse de golpe tres helados de los grandes con cucurucho incluido. Acuéstate boca abajo, dijo la hierba, podrás verme y hablaremos mejor. Lino dándose la vuelta con cuidadito para no lastimar a la hierba, se acostó y puso sus manos, esta vez, debajo del mentón.
 
Hierba.-¿Estás cómodo?.
 
Lino.-Sí, muy cómodo. Pero mi comodidad debe molestarte mucho. 

Hierba.-En absoluto me molesta, al contrario me agrada sentir el calorcito de tu cuerpo sobre mí, siento el calorcito de tu cuerpo como caricias muy suaves. 

Lino.-Con mi peso te estoy aplastando.

Hierba.-Un poquito, solo un poquito. Cuando te levantes, inmediatamente puedo enderezarme otra vez. Te imaginas lo aburrido que sería si nadie se acostara sobre mí, es como si nadie jugase contigo, el que alguien se acueste sobre mí, es como jugar, oigo los latidos de su corazón, lo acompasado de su respiración, noto como su sangre da calor a todo su cuerpo y siento a la vez su calor sobre mí. Además siempre hablamos un poco. Lino tumbado sobre la hierba la veia muy bien, la tenía delante mismo de la nariz, nunca había visto tan de cerca la hierba. A la hierba siempre la había menospreciado. La hierba le parecía fea comparada con las flores. Poco a poco, hablando con la hierba fué descubriendo en ella encantos que no había imaginado que pudiese tener. 

Lino.-Ahora me gustas más que antes, antes me parecías fea. Sin embargo ahora me gustas, me gusta tu color, tu suavidad, tu forma y me gusta como eres.
 
Hierba.-¡Caramba! ¿ese cambio tan repentino a qué es debido?.
 
Lino.-No sé, aquí todo es diferente, además a tí te veo … como te lo explicaría yo, ¡ah! sí, ya sé, te veo como si hoy fuese la primera vez y si aún por encima me hablas, comprenderás mi cambio tan repentino. 

Hierba.-Sí, así se comprende tu cambio de opinión. Aunque intuyo que en tu mundo observas poco a la naturaleza, apenas te fijas en las flores, en las hojas, en los arbustos, en las hierbas, en las plantas, en los árboles, tengo la sensación que sólo los ves por encima, ni siquiera fijas la mirada en ellos, pocas veces los tocas, y nunca se te ha ocurrido hablarles.

Lino.-Hablarles! ¿hablarles a las plantas, a las hierbas, a las flores y a los árboles?.

Hierba.-Sí, hablarles, de qué te extrañas. ¿Acaso crees que no te entenderían?, ¿no estamos hablando nosotros?.

Lino.-Es diferente. Este es el mundo de la fantasía, aquí hay relojes de flores, las flores hablan y habla el reloj, hablan los patos y hablas tú, aquí todo es mágico. En donde yo vivo todo es diferente, ni las plantas, ni las hierbas hablan, solo hablan los humanos.
 
Hierba.-Eso es lo que vosotros creéis, los humanos sois tontos de remate. Pensáis que sois los únicos que podéis comunicaros, pensáis que sois los únicos que os decís y contáis cosas. Sois más tontos de lo que pensaba.
 
Lino.-Es verdad, debes creerme, en mi mundo los patos no hablan, ni las flores hablan. Al menos yo jamás escuché a ningún pato ni a ninguna flor que dijesen ni una sola palabra. 

Hierba.-Es evidente, lo mismo dirán de vosotros las plantas y los patos. Ellos dirán de vosotros que no sabéis hablar. Sin embargo habláis, habláis a vuestro modo y de vuestras cosas. Las plantas, los animales, las rocas y las piedras, hablamos también, pero hablamos a nuestro modo. Lino puso en su cara una expresión de excéptico, (poner cara de excéptico, es poner cara de no creer demasiado lo que se oye), la hierba le vió esa cara tan rara, (porque si excéptico es una palabra muy rara, poner cara de excéptico es poner una cara muy rara), y le siguió hablando.

Hierba.-Te lo explicaré un poco para que lo entiendas mejor. Las flores se visten de colores para ser mas hermosas y para gustar a otras flores. Solamente los tontos piensan que las flores son bonitas para ponerlas en floreros. Las flores emiten olores, olores que se esparcen por el aire y el aire los lleva a otros lugares donde hay flores, y estas huelen el olor, por el olor es como se comunican las flores, hablan, comentan sus cosas, se hacen amigas y si se gustan tienen florecillas. 

Lino.-¿Como van a tener florecillas si están lejos unas de otras?. Sería posible si estuviesen muy cerquita, alejadas es imposible.
 
Hierba.-(Muy contenta). Tururú, tururú, eso es lo que piensas tú.

Lino.-Tarará, tarará, de florecillas ni hablar. 

Hierba.-Tereré, tereré, ahora mismo te lo explicaré. Vamos a ver, ¿hay flores en tu mundo?.

Lino.-Sí, muchas. 

Hierba.-¿Y florecillas?, ¿hay florecillas?.

Lino.-Sí, también hay muchas.
 
Hierba.-Eso quiere decir que las flores mayores tienen florecillas, ¿no es así?. 

Lino.-(Avergonzado, porque todo era como le decía la hierba). Sí.
 
Hierba.-Las flores hablan por medio de sus perfumes, al gustarse y al llegar la primavera, le dicen al viento, "por favor viento, serías tan amable de paso que vas en esa dirección, dejar este paquetito de polen en la flor que está en tal sitio, que tiene tal color y que es de esta forma". El viento que es muy amable y viene a ser el cartero de la naturaleza, lleva el paquetito con el polen a la flor que al abrirlo lo echa sobre si, un tiempo más tarde nacerán las florecillas.
 
Lino.-!Qué interesante! (pensativo, de repente) ¿y si el viento no sopla en esa dirección?.

Hierba.-Siempre hay alguna abeja que viene a buscar un poco de azúcar a la flor, para hacer miel, y la abeja en agradecimiento le lleva el paquetito con el polen a la dirección indicada, a su vez la flor que recibe el paquetito le da un poco de azúcar a la abeja.

Lino.-¡Caray! ¿Qué interesante?.

Hierba.-Si no hablasen, ¿cómo podrían darle la dirección al viento, como podrían comunicarse con las abejas para que llevasen el paquetito de polen?. Solamente hablando puede hacerse eso, ¿no es cierto?.

Lino.-(Muy contento, se le ha ocurrido una idea genial). Sí, es cierto que pueden hablar. ¿Pero yo como podría hablar con ellas, y con el viento y con los, animales y con el agua y con las rocas y con toda la naturaleza entera?.

Hierba.-No es muy difícil, más bien es fácil, pero mejor es que te enseñe a hacerlo el habitante más sabio , el más fuerte y el más anciano de todo el país de la fantasía. Nadie mejor que él para enseñarte estas cosas, aunque a veces, como es muy viejo, tiene un poco de mal humor, pero se le pasa al momento si le acaricias una oreja.

Lino.-¿Quien es el habitante más sabio, más fuerte y más anciano de todo el país de la fantasía?.

Hierba.-El más fuerte y el más sabio porque es también el más anciano, es el Dragón. Si alguna vez alguien intentase destruir el mundo de la fantasía, el Dragón con su inmensa fuerza, con su piel dura como una coraza que lo hace invulnerable, nos defendería con mucha facilidad, además, su boca, si llegase a enfadarse, puede arrojar el soplido de fuego durante más de un año sin parar ni un solo instante. Las bombas y misiles que emplean las personas mayores de tu mundo en las guerras, nuestro amigo Dragón, se las comería como si fuesen almendras. Nuestro amigo el dragón es el más sabio, por que es el que tiene más edad de todos nosotros y se pasa todo el día leyendo libros gordos y grandes que tiene en los estantes de su cueva. En esos libros se encuentran escritos la sabiduría y los secretos de los dragones. 

Lino.-¿Todo el día se lo pasa leyendo?.¿Ni siquiera da un paseo volando?. 

Hierba.-Cuando se cansa de leer, se quita las gafas, las pone en la mesa junto al libro, se levanta de su sillón y muy tranquilamente se dirige a la salida de la cueva, husmea el aire en una y en otra dirección, da un rugido tremendo que equivale a cien mil truenos, juntos, extiende su grandes alas y comienza a volar a tal velocidad que se confunde con el viento.

Lino.-(Con mucho temor) ¡un rugido como cien mil truenos juntos!. 

Hierba.-El rugido del dragón es un saludo, con el rugido nos dice, "amigos míos, espero que os encontréis bien, yo voy a dar un paseito". Otras veces dice, "amigos míos, estoy muy contento, he leído un libro especialmente interesante". Ayer dijo, "amigos míos, desde hace dos días nadie ha venido a visitarme, ¿acaso os aburre mi conversación?.

Lino.-¿Y habla igual que nosotros?.

Hierba.-Igual, solo que como es sabio, habla sabiamente. !oh! aquí está estrellitas. En ese preciso instante, llegó un Hada madrina llamada estrellitas. Estrellitas era de todas las Hadas, la que poseía toda la ciencia de la magia, dominaba todos los secretos, nadie se los enseñó, nació sabiéndolos todos y sin estudiar ninguno. Ante Lino aparecieron un montón de estrellitas de todos los colores del arco-iris, de repente, en lugar de ellas, surgió la imagen de una señora de mediana edad. Vestía un traje azul muy bonito y un sombrero acucurruchado que tenía tres aros de tres colores diferentes que giraban permanentemente. Estrellitas usaba unas bonitas gafas que la hacían muy interesante y muy guapa.
 
Estrellitas.-(Dirigiéndose a la hierba). Mis buenas amigas, me he retrasado porque mi presencia fue requerida en la otra parte del espejo, en el mundo que allí denominan real. A la vuelta he estado con el Dragón, y me ha pedido que le presente a Lino. Desea charlar con él para preguntarle ciertas cosas sobre su mundo. Está tan impaciente que él mismo quería venir volando hasta aquí.

Hierba.-¿El dragón quería adelantar la hora de su paseo y abandonar sus libros?.

Estrellitas.-Ciertamente, y está nerviosísimo, dice que la última vez que habló con un niño del otro lado del espejo, fue hace trescientos años.

Lino.-Yo no quiero ir. 

Estrellitas.-¿Por qué?. 

Lino.-¡Por que no!.

Estrellitas.-Porque no, no es ninguna razón.
 
Lino.-Porque, porque tengo miedo.
 
Estrellitas.-No debes temer al viaje, nos trasladaremos en mi rayo mágico de luz.

Lino.-Tengo miedo al dragón. 

Hierba.-Me desternillo de risa. Tenerle miedo al dragón. Que cosas dices.

Estrellitas.-El dragón, es el más anciano de todos nosotros y también el más sabio, jamás se ha enfadado ni una sola vez, ni siquiera cuando era un dragón pequeño. Estrellitas extendió su brazo, abrió su mano y de su palma salió un rayo de luz roja. Esta luz si la viesen los científicos quedarían boquiabiertos, porque la luz que salía de la mano de Estrellitas, era luz láser, pero este láser era absolutamente puro y se llamaba láser quiromántico, porque su procedencia era la palma de la mano.

Lino.-Y como voy a viajar por ese rayo de luz.

Estrellitas.-Muy fácil, me das la mano y en el tiempo que tardas en hacer un pestañeo ya estamos ante el dragón. Estrellitas lo cogió de la mano y al instante se encontraron ante el dragón, aterrizando encima del libro que estaba leyendo. Las letras eran tan grandes, que Lino estaba sobre una H y Estrellitas sobre una M, imaginaros como sería el libro de grande y hacer un esfuerzo todavía mayor, para imaginar como seria de grande el dragón. El dragón estaba tan concentrado en la lectura del libro, que no se había dado cuenta que habían llegado. Lino no podía articular palabra, ante él tenía un dragón de verdad, su cabeza era tan grande como una montaña, al menos eso fue lo que le pareció.

Estrellitas.-Ya estamos ante el Dragón, está tan absorto en su lectura, que ni siquiera nos ha visto. Pronto va a pasar la hoja del libro, será mejor que corramos antes de que nos la eche encima. Al llegar al extremo del libro, como no podían bajar andando, siempre cogido de la mano de Estrellitas, se deslizaron por la pendiente de las hojas como si fuese un tobogán inmenso.
 
Estrellitas.-Comparados con el dragón, apenas tenemos la estatura de una letra de su libro, si queremos hablar con él y que nos vea, debemos ser más altos.
 
Lino.-Aunque tenga cien años, poco más alto habré de ser de lo que ahora soy. 

Estrellitas.-En el otro lado del espejo si vivieses cien años poco más crecerías, pero en este lado del espejo, en un segundo puedes crecer hasta tener la altura del libro, así el dragón podrá verte.

Lino.-Eso es imposible que suceda. Nadie puede crecer tan deprisa. Además me convertiría en un gigantesco gigante. Pues este libro es más grande que un edificio de cincuenta pisos.

Estrellitas.-
¡Veremos si lo es! (señalándole una mejilla). Dame un beso aquí (señalándole la otra mejilla) ahora otro beso aquí. (señalándole la frente), ahora otro beso aquí.
De repente, Lino comenzó a crecer, a crecer, a crecer, a crecer, a crecer, a crecer, a crecer hasta que Estrellitas le pareció que tenia el tamaño de una mosca. Empezó a asustarse, el dragón iba a girar la cabeza y lo iba a ver, tenia miedo de estar sólo. Aunque con su nueva estatura era un gigante, para el dragón no tenía más que la altura de un libro. Estrellitas extendió el dedo índice hacia arriba y creció hasta su altura. En ese momento el dragón notó algo, giró su enorme cabeza y los vio. Su cara se iluminó con una sonrisa, sonrisa de dragón, claro está.

Dragón.-¡Caray, cuánto habéis tardado en venir!. Llegué a pensar que no vendríais.

Estrellitas.-Venimos a toda prisa, no nos entretuvimos en ningún sitio, no paramos en el palacio de fresa, ni en la fábrica de helados de mil sabores, ni en la fuente de todos los refrescos, ni nos entretuvimos hablando con la lluvia, que no moja, ni con el viento, ni nos hemos entretenido hablando con los rayos del sol. Hemos venido aquí directamente. 

Dragón.-(dirigiéndose con mucha amabilidad a Lino) Estás lleno de miedo, aquí nada malo puede sucederte, el rayo quiromántico de Estrellitas, es más seguro que una roca, la estatura que ahora tienes, dejarás de tenerla cuando se lo digas a Estrellitas. 

Lino.-Es que nunca ví un dragón de verdad, hasta ahora sólo había visto dragones malos dibujados en los cuentos.

Dragón.-¡Ah! soy yo el que te da miedo. Ja, ja, ja, ja, ja, ja. El dragón se reía con tanta fuerza, que su risa contagió a las nubes, y las nubes empezaron a reír todas juntas. Había tal ruido de risas que no se podía aguantar. Estrellitas hizo un gesto con su dedo meñique, y tanto Lino como a Estrellitas se le puso alrededor de sus cabezas un casco de cristal, por el que no se oían las risas. Estrellitas también reía y Lino e acabó riendo también, ambos dentro de su casco, que era como una especie de pecera. Pasado el ataque de risa, el dragón y Lino hablaron de muchas cosas, el dragón explicó a Lino algunos de los secretísimos secretos para entender la naturaleza. Hecho esto, el dragón los invitó a dar un paseo por los aires, subir hasta las siete atmósferas y contemplar desde allí el mundo de la fantasía. Estrellitas hizo salir de su mano el rayo láser quiromántico, con su otra mano cogió la de Lino al momento ya estaban situados en la cabeza del dragón, cerca de una oreja, que era donde había una especie de asientos para viajar. El dragón salió de la cueva, hizo un rugido de saludo, extendió sus alas, y raudo cruzó los aires, confundiéndose con el viento. El casco de cristal protegía a Lino contra el viento, de no ser así no podría respirar. Lino preguntó al dragón si sabía echar fuego por la boca, apenas lo dijo, el dragón soltó una llamarada de fuego que se perdió en el horizonte y poco después otra, y otra y otra. Hasta que Estrellitas le pidió que parase, pues estaba haciendo mucho calor. Lino preguntó a Estrellitas y al dragón, por todo lo que veía, y ellos le contestaban a todo, punto por punto. ¿Qué vió Lino desde lo alto en el vuelo de la fantasía?, eso no se puede decir, porque todo lo que en el mundo de la fantasía se ve, debe guardarse como un secreto fantástico o más todavía, debe guardarse como un fantástico secreto. Después del viaje, el dragón los llevó hasta el espejo. Allí los estaba esperando el reloj de flores. Y esto fue lo que el reloj le dijo.

Reloj de Flores.-Se acerca la hora de que partas otra vez al mundo que está en el otro lado del espejo. Todo este tiempo que has estado aquí, en el otro lado apenas ha sido un instante, porque yo he detenido el tiempo. Creerás que todo lo que te ha sucedido, ha sido soñado, pensarás que en tan poco tiempo es imposible que suceda todo esto y que además sea verdad, antes de irte te regalaré una flor que has de poner en un vaso con un poco de agua. Esta flor permanecerá contigo un año entero, cumplido el año, la flor desaparecerá como por arte de magia y volverá al reloj. Será una prueba, de que en el otro lado del espejo, existe el mundo de la fantasía. Estrellitas, que ya había hecho desaparecer los cascos de cristal, que cubrían sus cabezas, hizo un gesto con su dedo índice y ambos, Lino y ella volvieron a su estatura normal. El reloj le regaló la flor y le dijo: cuando veas que el espejo se pone azul, es el momento de cruzarlo. No tardó el espejo en ponerse de color azul, Lino movió su mano despidiéndose y con la flor en la otra mano cruzó el espejo sin saber cómo, se halló en el otro lado, en el mismo sitio y en la misma posición en que se encontraba antes de cruzar el espejo. Lino pensó, todo esto lo he soñado, entonces se acordó de lo que le había dicho el reloj de flores, y vió que en su mano tenía una pequeña y bonita flor.

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