PATRICK WOODROFFE (CHEZ NOUS FROM "TINKER")

IX. UN GRAN DESCUBRIMIENTO.

 

Hace años, muchísimos años, tantos como olas pueden contarse durante un año entero en la playa, apareció el hombre sobre la faz de la tierra. La tierra por aquél entonces no era como ahora se conoce, no había ciudades, ni pueblos, ni carreteras, ni autopistas, ni trenes, ni siquiera había casas donde vivir. 

El hombre, para resguardarse del frío y protegerse de las alimañas, vivía en cuevas que encontraba hechas en las rocas.

Su vida transcurría entre miedos e incertidumbres, no sabiendo si mañana cazaría y tendría alimentos, o si lo atacaría un león, un oso, o una pantera.

Tampoco había por aquel entonces campos cultivados, porque el hombre no sabía cultivar la tierra, ya que desconocía la agricultura.

Pero el hombre de aquél tiempo, descubrió una cosa que fué cien veces más importante que el invento de la rueda y mil veces más importante que el descubrimiento del fuego. El hombre descubrió, que sólo no podía vivir, que necesitaba estar con hombres como él para compartir sus sufrimientos y sus alegrías. 

El hombre descubrió que necesitaba tener la compañía de otros hombres, y a eso le llamó AMISTAD. 

El hombre de aquél tiempo quiso tener muchos amigos, pero no sabia como hacerlos porque hasta ese momento cada uno se había dedicado a sí mismo. Lo años iban pasando despacio como las agujas de los relojes antiguos.

Un día, un hombre se instaló cerca de la cueva en la que vivía una pareja con muchos hijos. Cada uno cazaba en lugares distintos, y cuando se cruzaban no se hablaban nunca, incluso se veían por el rabillo del ojo, desconfiando uno del otro.

El verano y la primavera es la mejor época de caza, pero los, inviernos, con el frío, la lluvia, el viento y la nieve, es muy difícil cazar, porque los animales emigran hacia territorios de clima más cálidos donde encontraban buenos y frescos pastos.

Al escasear la caza, la comida no era suficiente para toda la familia y el hambre entró en la cueva haciendo llorar a los niños, llenando de angustia y tristeza el corazón de los padres porque no tenían alimentos para darles.

El padre dejaba de comer, para que sus hijos pudiesen comer más, pero con todo no era suficiente el alimento.

Un día, el hombre encontró huellas recientes de un ciervo, siguió su rastro durante todo el día hasta que faltándole las fuerzas por no haber comido en varios días, cayó sobre la nieve desfallecido y exánime. El frío fue penetrando lentamente en su cuerpo, y tal vez se hubiese muerto si no lo encontrase el otro hombre que vivía en otra la cueva cercana a la suya.

Este hombre vivía sólo y como tenía alguna comida sobrante, se la dio para que se la llevase a su familia.

Siempre que cazaba alguna pieza les llevaba parte de ella a la cueva, donde era recibido con amabilidad y alegría.

La familia del otro hombre le agradecía mucho la ayuda, que para ellos era el mejor de los regalos. Los dos hombres sabían que juntos cazarían mejor y se unieron para este cometido.

Un día estando de caza, el hombre solitario fue gravemente herido por un oso, la familia del otro cazador lo curó y alimentó hasta que de nuevo pudo volver a cazar.

Los hombres aprendieron entonces, que amistad significa AYUDA MUTUA.

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