PATRICK WOODROFFE (CHEZ NOUS FROM "TINKER")

II. EL HACEDOR DE LOS SUEÑOS.



Al día siguiente, los niños volvieron a ver en la alameda al anciano que les contaba historias. Lo vieron dirigirse al banco en que solía sentarse, después de hacer el acostumbrado paseo, en la mano llevaba un libro con portadas de color amarillo. Apenas se había sentado cuando se vio rodeado de niños como lo estuviera el día anterior. 

Hoy os contaré la historia del hacedor de los sueños, les dijo. 

En cada luna llena, el hombre de cristal no dejaba de visitarme y una vez le acompañó el hacedor de los sueños. El hombre de cristal después de hacer las presentaciones y antes de irse, porque tenía que acudir a otro lugar me indicó que prestase mucha atención a las palabras del hacedor de los sueños y que debía esforzarme por entender todo lo que él me explicase.

El hacedor de los sueños se sentó a los pies de mi cama, se recostó y comenzó diciéndome.Yo soy el hacedor de los sueños, lo que voy a explicarte es un poco difícil, pero como eres un niño inteligente, lo entenderás sin dificultad alguna.

Los sueños se hacen con las cosas que durante el día nos han sucedido, con las cosas que vemos, con las cosas que oímos y con las cosas que sentimos. Esos son los materiales con los que se construyen los sueños, son por decirlo de alguna manera, los ladrillos, el cemento y la arena, con la que se construye el edificio de cada sueño.


De ese modo, las cosas están fuera, tu las coges y las metes dentro de ti al verlas, al oírlas y al sentirlas, es entonces cuando pasas a construir con todo ese material que ya tienes en ti, los sueños. Tú vienes a ser una especie de albañil del sueño.
 
Me has comprendido mejor ahora?.

Sí, eso lo he comprendido. Pero si soy yo quien construye el sueño, ¿qué es lo que haces tú?, pregunté a mi vez.

Esa es una buena pregunta me dijo, y se puso a reír con risa de aire calentito que me dio tanto gusto que empecé a reír yo también, pero tapándome la boca con la mano para que no me oyeran mis padres.

Si tu eres el albañil, me dijo cuando pudimos parar de reír, si tu eres el albañil, yo soy el arquitecto.

Ya soy quien diseña los sueños, yo soy quien dice que sueños se van a construir, yo soy quien dice lo que se va a soñar. Por eso soy el hacedor de los sueños.
!Ah!, exclamé.

!Ah! qué? me dijo y empezamos a desternillarnos de risa otra vez.

Después de reírnos, nos quedamos un poco de tiempo callados. Se me ocurrió pensar en las pesadillas, así que le pregunté.

Si tu eres quién decides los sueños, Por qué haces que los niños soñemos pesadillas?.

No, no es así. Yo sólo permito a las personas adultas que sueñen con pesadillas, porque el mundo de los adultos es un mundo feo y tonto, por ese motivo por las noches sueñan con cosas feas y tontas. Me cogió de la mano, y sentí como el calorcito de una nube blanca me la envolvía.

Los niños no tienen pesadillas, eso no lo permito nunca. Pero cuando son muy pequeños, si tienen alguna es porque aún no saben llamarme y hablar conmigo del sueño que quieren tener.

Al no hablar conmigo construyen un sueño por si solos, y como no hay quién se lo dirija se despiertan llorando y con miedo por la noche.

A ti no te ha pasado eso?.

Me pasó varias veces despertándome con mucho miedo, una vez soñé que estaba sujeto en una tela de araña y que no me soltaba.

Eso te ocurrió por querer soñar sin hablar antes conmigo. Pero si no te conocía, como iba a poder hablar contigo. Conmigo has hablado siempre, me dijo sin soltarme la mano, conmigo has hablado sin darte cuenta de que lo hacías, del mismo modo que no te dabas cuenta que tu eres el que construías tus sueños y no sabias que los materiales del sueño estaban fuera de ti. 

Y ahora que estoy aquí contigo voy a enseñarte el secreto de hablar conmigo para que dirija tus sueños, y así con mi ayuda podrás construir sueños bonitos y de finales felices. 

Cuando estés acostado y vayas a dormirte lo primero de tienes que hacer, siguió diciéndome, es cerrar los ojos, después me llamas sin hablar, !HACEDOR DE LOS SUEÑOS, HACEDOR DE LOS SUEÑOS, HACEDOR DE LOS SUEÑOS! !QUIERO HABLARTE!, al decir esto sentirás un calorcito agradable en todo el cuerpo como el que ahora sientes. 

Y era verdad, sentía en todo el cuerpo un calorcito muy agradable. 

Esa es la señal de que ya te estoy escuchando, me dices HACEDOR DE LOS SUEÑOS, AMIGO MIO, QUIERO SOÑAR, me dices con lo quieres soñar y lo repites tres veces, POR FAVOR DIRIGE MIS SUEÑOS. Y poco a poco te irás quedando dormido como si estuvieses entre una gran nube de algodón. 

Si haces esto y hablas conmigo todas las noches, ten por seguro, que no soñarás pesadillas. 

Se lo puedo decir a mis amigos -le pregunté. 

Claro que puedes. Me respondió el hacedor de los sueños. Pero sólo a los niños debes decírselo, no se lo digas a las personas adultas, porque no te creerán y se reirán de ti. Los adultos no comprenden esto, ellos sólo viven dedicados a su mundo que es un mundo feo y tonto, por eso no comprenden estas cosas, además yo no les haría caso, porque a mi no me gustan los adultos, tan sólo me gustan los niños. 

Y cuando yo sea mayor no vas a ser mi amigo, le pregunté preocupado. 

Todavía falta mucho tiempo para que seas una persona mayor. Cuando llegues a serlo ya veré, si has conseguido conservar un corazón tan grande como el corazón de los niños, seguiremos siendo amigos. 

Ahora dime, qué es lo quieres soñar?. 

Quiero soñar un sueño feliz. Le dije yo. 

El hacedor de los sueños pasó los dedos por mi cara y se me cerraron los párpados, después besó mis ojos con un beso calentito de nube y tuve un sueño feliz. 

Los niños estaban todos entusiasmados oyendo la historia del hacedor de los sueños y le preguntaron al anciano. No volviste a soñar nunca más con pesadillas?. 

El anciano contestó. Mientras fui niño no volví a soñar con sueños feos. 

Y cuando fuiste mayor?. Le preguntaron. 

Bueno, cuando uno se hace mayor se preocupa de cosas tontas, así que de mayor alguna vez tuve pesadillas, pero me acordé de lo que me había dicho el hacedor de los sueños y abandoné las cosas tontas de los mayores. Al abandonar las cosas tontas dejé de preocuparme por ellas, y mi corazón pequeño de hombre mayor se fue haciendo poco a poco otra vez como el corazón grande de un niño. Las pesadillas desaparecieron para siempre. 

Todos los niños estaban boquiabiertos pues siempre les habían dicho que los niños tenían un corazón pequeñito y que el grande era el de las personas mayores.

Este ha sido el final, el próximo día os contaré otra historia que habrá de gustaros.

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